Transición desde la oligarquía de Big Tech hacia la soberania
Foto Julia Demaree Nikhinson / Reuters
Muchas personas están cada vez más preocupadas por cómo las grandes empresas tecnológicas están gobernando una parte cada vez mayor de nuestra sociedad, especialmente ahora que Trump ha asumido el cargo con su gabinete de 13 multimillonarios.
Podríamos hablar de lo dramática que es nuestra dependencia tecnológica actual de las grandes empresas tecnológicas estadounidenses y de cómo hemos llegado hasta aquí. Pero igual de importante es: ¿qué podemos hacer al respecto? Cada vez más personas se preguntan cómo pueden liberarse de estas aplicaciones y plataformas tóxicas, adictivas y manipuladoras, y qué alternativas existen.
En resumen, estamos en un gran problema con las grandes tecnológicas. Twitter se ha convertido en una plataforma de mentiras, desinformación y manipulación política. Años antes, Facebook ya se había especializado en eso, ayudando a asegurar la victoria electoral de Trump I y el Brexit a través de Cambridge Analytica.
La mayoría de los gobiernos dependen de Microsoft, y si Trump así lo decide, su sistema puede ser desactivado. La palabra sanciones es crucial aquí: una vez que estás en la lista de sanciones de EE.UU., tu acceso se corta, ya que las empresas estadounidenses no pueden proporcionar servicios. Así fue como el Amsterdam Trade Bank, de propiedad rusa, quebró cuando fue sancionado en 2022 y ya no pudo acceder a sus sistemas. Desde enero de 2025, esta misma amenaza se cierne sobre la Corte Penal Internacional, que depende totalmente de la nube de Microsoft. Las sanciones anunciadas podrían significar una sentencia de muerte para el tribunal.
En la década de 1990, teníamos una hermosa visión de cómo internet podría llevarnos a un mundo más libre, donde podríamos interactuar directamente con otras personas, sin intermediarios ni plataformas centralizadas. Podríamos enviar correos electrónicos, compartir mensajes, crear sitios web y contar nuestras historias al mundo. Podríamos intercambiar archivos de manera peer-to-peer, todo sin depender de intermediarios. Ahora sabemos que esto era un pensamiento utópico, sostenido por un pequeño grupo de activistas tecnológicos, entre los cuales me incluyo.
La gran mayoría encontró mucho más conveniente utilizar plataformas tecnológicas para buscar, enviar correos electrónicos, compartir archivos, navegar, ver videos, enviar mensajes cortos y chatear. Estas empresas ofrecían estos servicios de manera gratuita y ganaban dinero perfilándonos, conociendo nuestro comportamiento con todo detalle y permitiendo a los anunciantes dirigirse a nuestros puntos más débiles, manipulando cada vez más lo que leemos, pensamos, compramos y votamos. Durante los últimos 25 años, estas plataformas tecnológicas se han convertido en las empresas más grandes y poderosas del mundo; comenzamos a llamarlas Big Tech, hasta que crecieron aún más que las grandes petroleras. Hace un siglo, Standard Oil, la compañía energética más grande y poderosa del mundo, fue desmembrada. Pero no hicimos lo mismo con las grandes tecnológicas. Ahora, no solo son “demasiado grandes para quebrar”, sino que pueden ser demasiado grandes para desmembrarlas.
Regulación y cumplimiento En Europa, contamos con una serie de regulaciones destinadas a controlar las plataformas tecnológicas, desde la legislación de privacidad (RGPD) hasta la Ley de Mercados Digitales, la Ley de Servicios Digitales y la Ley de IA. Estas leyes permiten a la Comisión Europea obligar a estas enormes empresas a respetar los derechos de los ciudadanos, gobiernos y empresas europeas. Sin embargo, el cumplimiento de estas leyes europeas sigue siendo limitado debido a la voluntad política, los recursos limitados de los organismos reguladores y el vasto poder de lobby, económico y de marketing de estas corporaciones. Este desafío será aún mayor ahora que la Casa Blanca respalda plenamente a “sus” principales plataformas. Vemos a Trump y JD Vance proclamando que la UE fue fundada para destruir a EE.UU. En última instancia, todo esto forma parte de un juego de ajedrez geopolítico, en el que el equipo de Von der Leyen está bajo una inmensa presión para permitir que las grandes tecnológicas hagan lo que quieran, facilitando una concentración de poder aún mayor.
Construcción de infraestructuras descentralizadas y de código abierto Hacer cumplir las regulaciones e imponer sanciones es sin duda importante. Al mismo tiempo, y en paralelo, debemos invertir, a todos los niveles, pero especialmente a nivel de la UE, en desarrollar y fortalecer urgentemente sistemas alternativos. Estas alternativas deben ser descentralizadas, interoperables, respetuosas con la privacidad por diseño y de código abierto. Aunque el código abierto no es una solución mágica, es un requisito previo para una colaboración eficiente en el desarrollo de alternativas existentes y para evitar un simple cambio de la Big Tech estadounidense a la Big Tech europea.
Afortunadamente, ahora hay una atención significativa sobre la soberanía y la reindustrialización de Europa, como se destaca en el informe Draghi. Además, el informe EuroStack, coordinado por Francesca Bria y encargado por la Fundación Bertelsmann, desarrolla con más detalle la soberanía tecnológica, centrándose en la construcción y fortalecimiento de la industria tecnológica europea en diversos sectores, como la nube, el Internet de las Cosas, la conectividad y los Data Commons, basándose en los valores y principios fundamentales mencionados anteriormente.
Otra serie de propuestas políticas proviene de la plataforma ciudadana Xnet de Barcelona, coordinada por Simona Levi y encargado por el anterior presidente del Parlamento Europeo, David Sassoli, en 2021: ‘Proposal for a Democratic and Sovereign Digitalisation of Europe’. En 2024, se publicó en forma de libro bajo el título Digitalización Democrática (ver mi resumen). En esta propuesta, se defiende la construcción soberana de las herramientas de comunicación más básicas, desde el correo electrónico hasta el chat, el navegador y la nube. Se enfatiza la importancia de licitaciones dirigidas a las pequeñas y medianas empresas de Europa, con requisitos estrictos para el código abierto y los estándares abiertos, garantizando así la colaboración, la reutilización y la independencia de los proveedores.
Ambas propuestas políticas se alinean con el enfoque de los bienes comunes digitales, en el que internet es construida por comunidades de productores y usuarios, con un fuerte énfasis en la propiedad compartida y la gobernanza democrática. Un componente clave de estos esfuerzos es el establecimiento de uno o más Fondos de Tecnología Soberana, un mecanismo para la inversión pública y colectiva en el desarrollo y fortalecimiento de los bienes comunes digitales. Alemania ya ha creado un fondo de este tipo, mientras que Francia cuenta con varios programas gubernamentales que trabajan en esta dirección, como el programa de Transición Digital (DINUM). En la misma línea, varios países europeos han unido fuerzas en una organización internacional dedicada a financiar y fortalecer los bienes comunes digitales.
Un internet mejor empieza contigo El tercer pilar de esta transición recae en las personas usuarias1, y todos lo somos: desde ciudadanos hasta políticos, periodistas, educadores, profesionales, empresarios y trabajadores, miembros de la sociedad civil y funcionarios. Una de las grandes fortalezas de internet era—y aún es—su capacidad para conectar a los usuarios entre sí. Cuantas más personas participan, más valiosa se vuelve la red: el efecto de red. Inicialmente, esto funcionaba a favor de todos, ya que internet se basaba en estándares abiertos que permitían a las personas comunicarse de manera peer-to-peer sin propietarios centralizados. Sin embargo, con el auge de las “redes sociales” de la Big Tech—WhatsApp, Instagram, X/Twitter, YouTube, TikTok—hemos quedado atrapados dentro de plataformas controladas por un solo propietario corporativo. Aún peor, ni siquiera podemos intercambiar mensajes entre diferentes aplicaciones o plataformas. Por eso se las llama jardines cerrados o silos.
Afortunadamente, el internet descentralizado nunca se detuvo El movimiento por un internet descentralizado ha seguido avanzando hacia un mundo de aplicaciones de código abierto que permiten a las personas comunicarse libremente. Tomemos como ejemplo Signal como alternativa a WhatsApp: esta aplicación de mensajería está desarrollada como código abierto por la Signal Foundation, una organización sin ánimo de lucro que depende principalmente de donaciones de sus usuarios. No obstante, Signal sigue siendo una entidad con sede en EE.UU. y, por lo tanto, está sujeta a presiones políticas.
También contamos con el protocolo de chat descentralizado Matrix (matrix.org), implementado por más de una docena de aplicaciones, incluida Element.io. Aunque Element es técnicamente una empresa con ánimo de lucro, fue fundada por los creadores del protocolo Matrix con el objetivo de ofrecer un producto insignia basado en esta tecnología2. Ministerios del gobierno en Francia y Alemania lo utilizan debido a su alta seguridad, soberanía y adaptabilidad para la contratación pública. Aunque su naturaleza descentralizada lo hace un poco más complejo, es una solución más sostenible a largo plazo. Por ello, muchas comunidades en línea han adoptado Matrix (matrix.org).
Breve resumen de alternativas a las conocidas aplicaciones de redes sociales de Big Tech.
Aplicación centralizada o plataforma extractivista | Alternativas descentralizadas |
---|---|
WhatsApp, Telegram | Signal, Matrix/Element.io |
Twitter/X | Fediverse: Mastodon, Lemmy |
Fediverse: PixelFed | |
YouTube | Fediverse: PeerTube |
Fediverse: Friendica, Hubzilla | |
TikTok | Fediverse: Loops (en desarrollo) |
Meetup, EventBrite | Fediverse: Mobilizon |
Gmail, Live!/Hotmail, Yahoo | Tutanota, Proton, Posteo, Mailbox, Murena |
Google Drive, Microsoft OneDrive & Teams | NextCloud (con servicios cooperativos como SomosNube.coop, Framasoft, …) |
Forms | FramaForms, LiberaForms, LimeSurvey |
Zoom | Jitsi, BigBlueButton (servicios cooperativos como meet.coop) |
Amazon | Compra en plataformas y tiendas locales |
Transición: pasar juntos a una mejor red
Cambiar de una red social a otra siempre es un reto, especialmente porque el efecto red dificulta abandonar la plataforma dominante. Por ello, la transición a una nueva red es complicada y es mejor hacerla en grupo. Esto es lo que han estado haciendo muchas personas y organizaciones con la gran migración de Twitter/X a Mastodon o Bluesky3. A través de campañas en línea4, la gente toma conciencia de la necesidad del cambio y, en pequeños grupos, da el paso en momentos concretos.
El proceso de migración suele seguir estos pasos, adaptables según la red social:
- Concienciación sobre los problemas de la tecnología tóxica y la existencia de alternativas más éticas, como el Fediverse y Mastodon.
- Elección de un servidor (instancia en el vocabulario del Fediverse).
- Creación de una cuenta en la nueva plataforma.
- Eliminar o dejar inactiva la cuenta antigua: descarga tu contenido y deja un mensaje en tu perfil explicando por qué te vas y hacia dónde.
- Recomendación para WhatsApp: usa una app como WAmatic para configurar respuestas automáticas.
- Invitar a tu red a reconectarse: lleva contigo a tus contactos.
- Recomendación para X: usa OpenPortability.org para migrar tus contenidos al Fediverse y reencontrarte con conocidos.
- Buscar nuevos contactos en la nueva red.
- Disfrutar de la ausencia de algoritmos intrusivos, anuncios, spam y violencia en línea. Si surge contenido no deseado, puedes reportarlo, bloquear al agresor y los administradores del servidor pueden incluir en listas negras cuentas o incluso servidores enteros. Así aprendes cómo funciona la moderación de contenidos y cómo se pueden mantener alejados a los extremistas.
La transición requiere esfuerzo, paciencia y perseverancia. Es cierto que la experiencia en el Fediverse no es tan suave como en las aplicaciones de BigTech, respaldadas por millones en financiación. Sin embargo, a medida que la comunidad crece, la experiencia mejora.
Ventajas de un internet descentralizado:
- Sin algoritmos que manipulen tu comportamiento.
- Menos o ningún contenido de odio.
- Propiedad y control sobre tu propio servidor de comunicación e identidad.
- Máxima interoperabilidad: el Fediverse permite la conexión entre diferentes plataformas. Por ejemplo, los servidores de vídeo de PeerTube pueden interactuar con los servidores de Mastodon, PixelFed y Friendica. Una reseña de libro en Bookwyrm se puede compartir con un seguidor de Mastodon, y un álbum de fotos en PixelFed puede comentarse en una publicación de PeerTube.
Todo esto es posible mientras los servidores son propiedad de distintos administradores en diferentes países. Un nuevo mundo en construcción desde hace más de 15 años. No es perfecto, no es utópico, pero sí un camino hacia la autonomía y la soberanía digital. ¿Nos atrevemos a salir de la comodidad de BigTech?
Connectate conmigo:
- Fediverse: @wtebbens@social.coop(mastodon), @wtebbens@commoni.fi (hubzilla)
- Matrix: @wtebbens:one.ems.host
Notas:
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El término “usuario” también se usa en el contexto de la adicción a sustancias. Aquí nos referimos (por supuesto) a una persona que usa un servicio o aplicación. Sin embargo, en el caso de Big Tech, la palabra adquiere un doble significado, ya que muchas de estas plataformas están diseñadas para ser adictivas y mantener a las personas enganchadas el mayor tiempo posible. ↩
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Las alternativas éticas no ganan dinero con anuncios ni con la manipulación de los usuarios. Su modelo de negocio suele basarse en suscripciones y donaciones, asegurando que los ingresos sirvan principalmente para pagar a las personas que desarrollan el servicio, en lugar de generar beneficios para grandes inversores. ↩
-
Bluesky fue creado por el fundador de Twitter. Aunque actualmente usa algoritmos relativamente amigables, esto no garantiza que siga siendo así en el futuro. Si observamos quién ha invertido en Bluesky, es probable que en algún momento adopte un modelo de negocio extractivista. ↩
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Ejemplos de campañas: #MakeSocialsSocialAgain, #Somhijuntes.org / VamonosJuntas.org y Escape-X.org, que promueven la migración de X a Mastodon. También destaca la campaña francesa por un “internet desgoogleado”: https://degooglisons-internet.org. ↩